El cáncer de piel es un tumor maligno que crece en las células de la piel y representa el 40% de todos los cánceres.

En España su incidencia va en aumento de forma significativa (un 7% cada año, de manera que en los últimos 25 años se ha duplicado). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es el cáncer más frecuente y cada año se diagnostican dos millones de casos nuevos en el mundo.

En el 90% de los casos se trata de una dolencia relacionada con la exposición al sol, por lo que tomar las medidas de fotoprotección adecuadas cada vez que tomamos el sol es fundamental.

AXA colabora con la AECC en difundir este folleto que contiene los consejos para reducir el daño solar


Dos tipos de cáncer de piel

1.-El cáncer de piel no melanoma: representa el 95% de todos los cánceres de piel.

Se llama así porque comprende todos menos el melanoma maligno.

Las formas más frecuentes de cáncer cutáneo no melanoma son:

-Carcinoma basocelular: se origina a partir de las células basales y es el tipo más común de cáncer de piel no melanoma en la raza blanca, pero también el menos peligrosa si se detecta pronto. Se inicia con un pequeño hundimiento de la piel que sangra, pica y crea costra que no cura nunca del todo. Suele darse en áreas de la piel que se han expuesto al sol. Se puede diseminar a otros tejidos pero no suele hacerlo a     otras partes del cuerpo. Si no se trata puede alcanzar el hueso, lo que provocaría   daños irreversibles.

-Carcinoma espinocelular: se origina a partir de los queratinocitos y aparece en áreas de la piel que han estado expuestas al sol). A menudo se ve en la parte superior de la nariz la frente, el labio inferior y las manos. Suele aparecer como una placa roja descamada o ulcerada que puede sangrar y hacer costra. De no tratarse se extiende y afecta a nódulos linfáticos cercanos.

2.-Melanoma: este tipo de cáncer se origina en los melanocitos.

No es tan común como los anteriores pero es mucho más grave, pues presenta el mayor índice de mortalidad y el responsable del 75% de las muertes por cáncer de piel.
Tienen más riesgo de sufrirlo las personas con pelo rubio o pelirrojo, de ojos y piel clara, y con dificultad para broncearse. El riesgo aumenta si han sufrido exposiciones al sol intensas e intermitentes (tres o más quemaduras solares con ampollas antes de los 18 años). Aquí el factor hereditario es importante.
Aproximadamente un tercio se debe a manchas o lunares que repentinamente cambian de apariencia o empiezan a sangrar. Por tanto, es valorable acudir al médico cuando se note algún cambio.

Atención a los lunares

Un lunar o nevus es una acumulación benigna de células pigmentarias. Se trata de manchas que aparecen en la piel provocadas por una acumulación de melanocitos. Aunque pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, es más frecuente que lo hagan en el tronco, la espalda o los brazos.
En cada persona es frecuente encontrar hasta unos 20 lunares entre los 20 y los 50 años. Estos van cambiando con el tiempo y de lo que se trata es de considerar algunos cambios como signos de alarma y consultar con el dermatólogo. De lo que se trata es de saber si un lunar es malo o atípico y controlarlo rápidamente.

El nevus atípico ya se considera un factor de riesgo de melanoma, y se caracteriza por:

-Tiene un componente plano (mancha)
-Cumple al menos tres de los siguientes criterios: contorno mal definido, tamaño de al menos 5 mm, varios colores, contorno irregular y enrojecimiento.

Las personas de entre 20 y 50 años con más de 100 nevus comunes (o con más de 50 en los demás casos) tienen más riesgo, al igual que quienes presentan más de un nevus atípico.

En caso de duda, consulta con tu médico y/o especialista y si deseas más información sobre el seguro de salud

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Fuente:  AXA Canal Salud.